Ernesto J. Castillero R.

He aquí, en síntesis, los sucesos de mi vida.

imgejcrAllí nací el 28 de junio del año 1889, casi en las postrimerías del siglo diecinueve, en un hogar, pobre en bienes de fortuna, pero rico en virtudes y honorabilidad que, con el tiempo, fue el origen de muchos hogares del mismo apellido que se distinguieron en distintos ámbitos de la República.

Mi escuela primaria, hasta la edad de catorce años, fue muy escasa por haber sido interrumpida en los tres últimos años a causa de la trágica guerra conocida como de los Mil Días. Cuando se pactó la paz, a fines de 1902, y se regularizó la vida de la familia istmeña, sucedió que el Obispo de la Diócesis de Panamá, Monseñor Francisco Javier Junguito, de la Compañía de Jesús, inició una visita pastoral para llevar consuelo y conformidad a las almas de sus feligreses, atormentadas por los sufrimientos de la larga lucha civil que había traído ruina, tragedia y luto a los hogares de los istmeños.

En julio de 1903 llegó el Pastor de la Grey a Ocú. Yo, que acababa de cumplir los 14 años, fungía de sacristán del Cura para ganar unos pocos reales con que ayudar a la subsistencia de la empobrecida familia porque la revolución había arrasado con los pocos bienes que poseíamos antes de la guerra civil.

El Obispo simpatizó con el muchacho que le ayudaba en la misa mientras estuvo en Ocú y, creyendo sacar de é1 un sacerdote de que tanto necesitaba la Curia, le propuso viajar en su compañía a la capital para que estudiase la carrera eclesiástica en el Seminario. De primer impulso aceptó la proposición, pero la autorización de mi madre, anciana y achacosa en esos momentos, era condición indispensable, y el Obispo se apersonó en la casa para pedir el consentimiento materno. Con gran pesar de la anciana, éste fue otorgado y así la preparación escolar mía se dirigió hacia los estudios eclesiásticos en el Seminario, único colegio existente en Panamá después de la Guerra Civil de tres años.